G20: Diez instituciones internacionales recomiendan acabar con el fomento de los biocombustibles

Comunicado de Prensa, Salva la Selva

Diez instituciones internacionales recomiendan a los gobiernos de los países del G20 acabar con el fomento de los llamados “biocombustibles”. Los gobiernos deberían “en sus normativas nacionales, recortar las disposiciones que subvencionan u obligan al uso de biocombustibles”, dice un estudio reciente (1). Entre los autores, el Programa Mundial de Alimentos WFP y la Organización para la Agricultura y la Alimentación FAO de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OECD en Europa.
Las organizaciones confirman las advertencias que durante años han venido haciendo las organizaciones ambientales y sociales de todo el mundo. Los jefes de estado reunidos en Cannes deben acabar definitivamente con el conflicto entre el tanque y el plato”, dice Klaus Schenck, experto en bosques y energía en la organización Salva la Selva. “El boom de los biocarburantes forzado por las naciones industrializadas tiene que detenerse”.

En 2009, la Unión Europea decidió que al menos un diez por ciento de los combustibles debían proceder de “fuentes renovables” antes del año 2020. Esto significa, que a las gasolinas fósiles se mezcla un diez por ciento de etanol de trigo, remolacha o caña de azúcar u otros productos agrícolas industriales. Sólo en Europa, la producción de los agrocombustibles se subvenciona con unos 3 billones de euros de dinero de los contribuyentes. Otros países fuera de la Unión Europea, como los Estados Unidos, Brasil, China y Australia, también fomentan la energía agrícola.

Los precios de los alimentos suben masivamente y se agudizan la malnutrición y el hambre. Las multinacionales agrícolas se apropian de superficies agrícolas inmensas y desplazan a la población del campo. Ya que en el mundo faltan tierras de cultivo, destruyen las selvas tropicales y otros ecosistemas valiosos. Las talas impactan a su vez la biodiversidad y provocan la acumulación de ingentes cantidades de vegetación, liberando los suelos el CO2 almacenado.

“Entre 2000 y 2009 la producción global de bioetanol se multiplicó por cuatro, y la producción de biodiesel aumentó diez veces; por lo menos en los países de la OECD, esto fue fomentado con medidas estatales”, escriben los autores del estudio. Ya el veinte por ciento de la cosecha de azúcar y el 9 porciento de plantas oleaginosas y cereales aterrizan en el tanque de los automóviles. Y la mitad de la producción de maíz en los Estados Unidos se está utilizando para la producción de etanol.

En otro orden de cosas, los estudios encargados por la Unión Europea ya han confirmado hace tiempo, que los agrocombustibles causan más emisiones dañinas para el clima que los combustibles fósiles. El agrocombustible no es pues “neutral para el clima”, como se suele afirmar.
 
(1) El estudio “Price Volatility in Food and Agricultural Markets: Policy Responses” (Volatilidad de los Precios en Mercados de Alimentos y Agricultura) fue elaborado por los países del G20

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