Más aceite de palma, más deforestación
12 may 2022
Indonesia es el mayor productor de aceite de palma del mundo y por ello, un campeón en deforestación. Ahora, cierra sus exportaciones debido a la escasez de aceites vegetales provocada por la guerra rusa en Ucrania y también debida a factores climáticos. Tememos que la necesidad de producir aceites vegetales pueda llevar a un aumento de la deforestación en otras partes del mundo.
¿Fue el pánico por la escasez de o una escasez real lo que vació los estantes de los supermercados? Sea lo que sea, el ansia desatada de acopio de aceites vegetales puede tener consecuencias globales sobre las selvas y la deforestación. Muchos mercados están demandando aceites vegetales como el aceite de palma, disparando los precios y situándolo como una oportunidad de negocio que muchos querrán aprovechar. La preocupación por las “cadenas de abastecimiento” se ha convertido en algo habitual, una vez que se ha constatado su fragilidad durante la pandemia, y también con la guerra.
Escasez global de aceites vegetales
Como Indonesia enfrentaba la escasez de aceite de palma en su propio mercado interno, su presidente, Joko Widodo, hizo del abastecimiento de la población «la máxima prioridad». Así, comenzó en enero a limitar las exportaciones. Después de dispararse los precios un 70% en las últimas semanas -hasta las 26.000 rupias (1,71 Euro)-, el ministro de Economía de Indonesia, Airlangga Hartarto, amplió esta prohibición a todas las exportaciones de aceite de palma, refinado (para cocina) y también crudo, desde el 28 de abril. Además de la escasez intentan controlar los precios, pues se trata de un producto de primera necesidad en ese país. Las causas son sin embargo más complejas, y otros factores como las elecciones y un ambicioso y creciente programa para el uso de biocombustibles podrían estar jugando un rol.
El pasado año, Indonesia exportó un total de 34,2 millones de toneladas de aceite de palma de los 51,3 millones de toneladas que produce, según la Asociación de Productores de Aceite de Palma (GAPKI). En torno al 30% del total de las exportaciones de aceites vegetales en 2021. Yakarta estaría previendo reanudar sus exportaciones cuando el precio al por mayor del aceite de cocina baje a 14.000 rupias.
¿Aumentará la expansión de los monocultivos de palma en otras regiones?
La escasez tiene consecuencias obvias sobre los precios de los aceites destinados a la alimentación, que están alcanzando niveles históricos. Aunque la respuesta inmediata a esta carencia es la búsqueda de otros aceites vegetales como el de soja, colza o canola, esta falta de aceites vegetales podrá tener sin dudas notables consecuencias globales en relación con las selvas tropicales.
El segundo productor mundial, Malasia, cuenta con aprovechar esta crisis para aumentar sus propias ventas -e ingresos- de aceite de palma, para lo cual necesitará también aumentar la producción. Pero existen implicaciones: el suelo agrícola en las regiones de selva tropical es limitados. La expansión del monocultivo de la palma aceitera conduce inevitablemente a la deforestación. No en vano, la expansión de monocultivos industriales, como el de palma, provoca casi el 50% de la deforestación mundial. Malasia podráaumentar su producciónen tan sólo 1 millón de toneladas como máximo, en consonancia con la mano de obra disponible.
Algo similar sucede en Sudamérica con respecto a la mano de obra. En Brasil, su presidente, Bolsonaro, ha declarado que planifica una mayor producción de aceites vegetales para la próxima temporada. Además, se suma la situación climática, una sequía que afecta al rendimiento de las cosechas y ha llevado a otros países de la región a tomar la misma senda que Indonesia y limitar sus exportaciones. Es el caso de Argentina y su producción de aceite de soja.
Por otra parte, en Colombia, importante productor de aceite de palma en Sudamérica, las ventas nacionales de aceite de palma alcanzaron en marzo de 2022 una cifra récord de 118.000 toneladas. Colombia incrementó su producción un 12% en 2021 con respecto al año anterior, y otro 12,7% durante el primer trimestre de 2022 con respecto al mismo período el anterior año. En Perú se proyectan también aumentos de producción de aceite de palma y se declara como un sector estratégico para el país.
Esto abre las puertas a que otros países también apunten a la expandir los monocultivos de palma para producir aceite. No es posible a plazo muy corto pero el estímulo económico para ello está ahí y el peligro de deforestación es real. La industria del aceite de palma se potencia en medio de discursos de sostenibilidad, que a menudo no se corresponden con la situación real en los territorios, donde se encuentran ecosistemas frágiles y poblaciones vulnerables. Hay que recordar que la palma aceitera sólo crece en regiones tropicales. Organizaciones contrapartes de Salva la Selva en Sudamérica y Mesoamérica vienen notando un avance de los cultivos e impactos asociados y manifiestan gran preocupación. Mientras, en Honduras, la industria celebra los altos precios del aceite de palma en los mercados y expresa intención de ampliar su negocio.
Toda esta problemática podría terminar llevando a una ampliación de los cultivos de palma aceitera incluso en Indonesia.
El gran problema subyacente es uno ya tradicionalmente tratado desde Salva la Selva: la producción en régimen de monocultivo industrial a gran escala es un modelo acaparador de tierras y destructor de las selvas tropicales, que además produce desplazamientos de población dependiente de los bosques y otras violaciones de derechos humanos.
En Salva la Selva defendemos las selvas tropicales, la naturaleza y su biodiversidad, y estamos frontalmente en contra de este modo de producir palma aceitera. La crisis global debe servir para pensar nuevas formas de relación entre los pueblos y con la naturaleza, y no utilizarse como excusa para perpetuar este tipo de modelos económicos basados en la destrucción y la deforestación.
Otros datos actuales:
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La guerra estaría amenazando el 80% de la oferta mundial de aceite de girasol afectando a los mercados mundiales de aceites vegetales. Lo mismo sucede con las restricciones indonesias de las exportaciones de aceite de palma.
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El aumento de la demanda de aceite de palma se explicaría como un intento de compensar la caída de las exportaciones de aceite de girasol y de colza desde Ucrania.
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El precio del aceite de palma bruto ha aumentado al menos un 10%; los precios internacionales de los aceites de girasol y soja se incrementaron más de un 20% tras desatarse la invasión de Rusia en Ucrania.
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Factores para el aumento de precio de los aceites vegetales son además de la guerra de Rusia en Ucrania: las restricciones a la exportación, las malas cosechas, la escasez de mano de obra, el aumento de la demanda tanto para alimentación como para la producción de energía.
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La decisión de Indonesia retira del mercado global 600.000 toneladas de aceite de palma por semana.
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España importa unos dos millones de toneladas de aceite de palma al año