El verdadero rostro del litio y el uranio para los pueblos indígenas de Perú
26 may 2022
El nevado Quelccaya, en Perú, es el glaciar tropical más grande del mundo. Desde 1974 se considera un ‘termómetro’ mundial para el calentamiento global. Se ubica a más de 5600 msnm., entre el distrito de Corani-Puno y la provincia de Canchis-Cusco superando los 17 kms de longitud y 44 km²de superficie, con una capa de hielo de 200 m de espesor.
Está amenazado por el hambre de litio y uranio. La empresa Macusani Yellowcake, de la compañía minera American Lithium-Canadá, cuenta con 167 concesiones mineras sobre el nevado Quelccaya y sus alrededores, que abarcan 93 mil hectáreas. Se sitúan entre las provincias de Carabaya y Melgar del departamento de Puno y provincia de Canchis del departamento de Cusco.
En Perú, la empresa Macusani Yellowcake se habría aprovechado durante la pandemia de los patrones de abandono estatal ofreciendo “proyectos de desarrollo” a algunas de las comunidades afectadas y para lograr así obtener apoyo para sus operaciones. Este proceso habría producido división entre las comunidades locales. Al mismo tiempo, los confinamientos por COVID-19 crearon nuevas barreras para la movilización social.
Entre otros, las mineras usaron el argumento de que el litio proporcionará "energía limpia para las Américas", mientras preocupan sus 93.000 hectáreas de concesiones de litio y uranio en el glaciar tropical Quelccaya. El glaciar es una fuente fundamental de agua dulce para las comunidades locales y los ecosistemas.
En esta zona existen 7 comunidades campesinas quechuas que afrontan una situación de abandono histórica por parte del Estado peruano. Para sobrevivir, se dedican a la crianza de camélidos (alpacas) y a la elaboración de artesanías a partir de la fibra de alpaca. Las comunidades que se encuentran en la zona de influencia directa del proyecto minero, se dedican de forma complementaria a la actividad agrícola, como el cultivo de la papa amarga.
En su informe, Derechos Humanos y Medio Ambiente DHUMA, denuncia y describe cómo las mineras se aprovechan de estas necesidades y de la falta de información y oportunidades.
DHUMA forma parte, como también Salva la Selva, de la Coalición contra la Pandemia Minera CAMP que ha estado documentando globalmente durante dos años cómo la industria minera se ha beneficiado de la pandemia de COVID19 para avanzar en sus operaciones y permanecer impune. En América Latina, la Coalición ha documentado 16 casos en 9 países.