Sudamérica arde otra vez por la soja y los pastos para ganado

Julio, un gran músico, ha tenido que ayudar a intentar controlar las llamas, regresa para encontrar sus propios cultivos pasto de las llamas Julio Yeguaori, uno de los mejores trompetistas de Bolivia, profesor y director de la orquesta sinfónica de Urubicha, colabora en las labores de extinción del incendio (© Julio Yeguaori) Los restos carbonizados de los árboles destacan sobre el cielo nocturno iluminado de rojo por las llamas Infierno de llamas por la noche cerca del pueblo de Urubicha en el este de Bolivia (© Julio Yeguaori) Incendio en la provincia de Chaco, Argentina Incendio en la región del gran Chaco 
americano (© Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas)

27 sept 2024

Los pulmones verdes de la Tierra se están convirtiendo en humo, a pesar de todas las declaraciones para proteger la selva amazónica. Amplias zonas de Sudamérica sufren la sequía, y por todas partes se están provocando incendios para dejar sitio a pastos para el ganado y monocultivos como la soja. En Brasil y en los bosques de Chiquitanía, en Bolivia, la lucha contra las llamas es prioridad.

"Mientras que normalmente sólo se queman los árboles tumbados durante la estación seca, este año los madereros están prendiendo fuego al resto de la selva tropical", explica Alessandra Munduruku, indígena del estado brasileño de Pará.

"La vegetación arde implacablemente debido a la sequía. Y ahora también nos estamos quedando sin agua potable". Los ríos de la selva están contaminados por enormes cantidades de lodo que dejan atrás los buscadores de oro con sus dragas y bombas de succión, pero también por el mercurio altamente tóxico que se utiliza para aglutinar los granos de oro.

Alessandra nos presenta una propuesta de proyecto para, gracias a las donaciones, poder perforar pozos profundos en la selva tropical. Los costes de transportar a la selva maquinaria pesada y los demás materiales necesarios son enormes y casi imposibles de asumir a corto plazo.

La selva Ka'apor replantada

Los indígenas Ka'apor del estado brasileño de Maranhão también se ven amenazados por el avance continuo de la frontera agrícola. También ahí, en el extremo sureste de la Amazonía, los ganaderos están prendiendo fuego a la vegetación.

Los incendios provocados sin piedad en el límite del territorio Ka'apor se adentran en la tierra indígena del Alto Turiaçu. El territorio indígena se eleva como una isla verde en un mar de destrucción. Los Ka'apor intentan desesperadamente cortar el paso a las llamas. Tampoco cuentan con el apoyo de los bomberos ni del Estado.

Utilizan las donaciones de Salva la Selva para crear viveros de árboles en sus aldeas. Cultivan plantones a partir de semillas de árboles que recogen en la selva. Después los trasplantan en las zonas quemadas.

Guarayo en la Chiquitanía boliviana

A dos mil kilómetros de distancia, en el extremo suroccidental de la región amazónica, también hay incendios por todas partes. "Todos los días recibo llamadas de socorro desde mi segundo hogar, las tierras bajas del Amazonas boliviano", escribe Christine Teske desde Alemania. Ella es miembro honorario de los músicos indígenas guarayos de la selva boliviana.

He aquí su conmovedor mensaje: "El pequeño pueblo de Urubicha, en la Chiquitanía, una región selvática del este de Bolivia, está rodeado de llamas. La música de este pueblo está protegida por la UNESCO y la escuela de música, a la que apoyo desde hace años, es conocida mucho más allá de las fronteras.

Pero la gente, el bosque, la flora y la fauna están abandonados a su suerte. Hasta mediados de septiembre no se declaró el estado de emergencia y los aviones contra incendios no llegaban. Mientras tanto, en Bolivia se habrían quemado entre 3 y 4 millones de hectáreas sin que hubiera lluvia a la vista.

La gente está desesperada, la selva amazónica, la zona de mayor biodiversidad de nuestro planeta, se destruye con fines lucrativos. Casi todos los incendios forestales se provocan para hacer sitio a pastos para el ganado y tierras de cultivo. Por desgracia, los políticos bolivianos no promulgan leyes que prohíban las quemas.

El viento arrastra las llamas, siguen apareciendo nuevos incendios: toda la Chiquitanía está en llamas. La gente ayuda a los bomberos,  desde que por fin han llegado. Pero la mayoría sólo lleva chanclas en los pies o zapatos completamente rotos.

El humo enferma a la gente, la debilita por completo y sufre sin cesar. Necesitan urgentemente medicamentos para problemas respiratorios, ojos inflamados, diarrea, molestias estomacales e intestinales... y comida.

Los músicos siguen tocando desesperadamente sus instrumentos. No quieren abandonar su pueblo, les preocupa que se queme su querida escuela de música, su taller de fabricación de violines, su escuela de artesanía y sus instrumentos.

Pero en ninguna parte se hace pública la desesperada situación, no llega ayuda de ninguna parte. Mientras tanto, grandes partes del bosque han ardido sin que el mundo sepa nada. Es muy grave", concluye Christine Teske.

Los incendios forestales en cifras

Según las cifras oficiales, este año ya han ardido 10 millones de hectáreas en la selva amazónica brasileña y 11 millones de hectáreas en la vecina sabana del cerrado, al sur. En las tierras bajas de Bolivia, los incendios forestales arrasan 4 millones de hectáreas. El 99% de los incendios son provocados, sólo el 1% son causados por rayos.

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