España reduce uso de agrocombustibles

Destrucción de la selva amazónica Deforestación del Amazonas para monocultivo de soja

27 feb 2013

El 22 de febrero 2013 el gobierno español decidió rebajar los objetivos de consumo obligatorio de agrocombustibles, o biocombustibles como los llaman quienes quieren hacerlos pasar por “verdes” o “ecológicos”. Una invitación a reflexionar sobre la cuestión energética.

Esta medida no ha sido tomada precisamente para proteger las selvas tropicales o los ecosistemas amenazados por la alarmante expansión de monocultivos de soja, palma o caña de azúcar para la producción de agrocombustibles. Pero en principio los ecologistas lo pueden tomar como una buena noticia que sería aún mejor si decidieran eliminar totalmente su uso. Hay que señalar que a la hora de tomar esta decisión, tampoco estaban preocupando al gobierno español las violaciones de derechos humanos que implica dicha expansión, y que explicamos más abajo.

Lo que preocupa al gobierno español es el elevado precio de la gasolina y el gasóleo en ese país, y ve en la reducción de los objetivos de agrocombustibles del 7% actual que hay en la mezcla a un 4,1% una de las maneras de posiblemente influir en el precio de los combustibles para que baje.

Según el Ministerio de Industria español, los nuevos porcentajes "permitirán minimizar el precio de los carburantes y analizar con tiempo los desarrollos tecnológicos necesarios para alcanzar los objetivos comunitarios previstos para 2020".

Medidas políticas fomentan el boom de los agrocombustibles

Los objetivos de agrocombustibles de la Unión Europea establecen desde 2009 que para el año 2020 las fuentes renovables aporten el 10% de la energía para el transporte. Tal porcentaje significará en 2020 treinta millones de toneladas de agrocombustibles, es decir, el doble de lo que actualmente se mezcla por año con la gasolina y diesel convencionales.

A las gasolinas fósiles convencionales se les mezclan combustibles industriales producidos de alimentos: en la gasolina, etanol de caña de azúcar, maíz, remolacha o trigo, en el diesel se añade biodiesel de aceite de colza, palma o soja. Gran parte de los agrocombustibles o de las materias primas para fabricarlas se importan de Sudamérica (biodiesel de soja o granos de soja, ethanol de caña de azúcar) y del Sudeste de Asia (biodiesel de palma o aceite de palma).

Los diferentes países miembros aplican la normativa europea a diferentes ritmos y de acuerdo a sus propias agendas. Sin embargo, la decisión del gobierno español de bajar la mezcla para interferir en los precios de los combustibles no tiene precedentes.

El boom que ha experimentado el uso de agrocombustibles en el mundo está fomentado por medidas estatales como estas establecidas también en muchos otros países del mundo como los Estados Unidos, Brasil, China y Australia. Sólo en Europa, la producción de los agrocombustibles se subvenciona con unos 3 mil millones de euros de dinero de los contribuyentes.

Agrocombustibles insostenibles

Pero la consecuencia en el mundo real es que políticas de agrocombustibles como las de la Comunidad Europea elevan los precios de los alimentos y aumentan el número de hambrientos en el mundo.

Por sucesivas crisis desatadas por sequías y hambrunas, o escándalos relacionados con robos de tierras y otras graves violaciones de derechos humanos, en los últimos diez años han aumentado exponencialmente las críticas al agronegocio, es decir, al sistema de producción que industrializa la agricultura convirtiendo lo que anteriormente era la vida rural tradicional en un campo sin campesinos y sin diversidad. Es consecuencia de la deslocalización del sistema de producción de alimentos y la producción agrícola masiva y en monocultivo para la exportación de materias primas para la industria.

Ya no sólo los ecologistas elevan la voz de alarma por la pérdida de soberanía alimentaria y los destrozos ambientales. También la comunidad científica reconoce ampliamente que los agrocombustibles no son ni ambientalmente ni socialmente sostenibles, y que ni siquiera suponen beneficios para detener el cambio climático. Numerosos estudios describen los impactos sobre agua, tierra y aire por el uso de maquinaria pesada, y de pesticidas y fertilizantes en cantidades industriales.

En el sudeste de Asia, África y América Latina, el ser humano y la naturaleza acusan seriamente la constante expansión de los monocultivos para la exportación y producción de agrocombustibles. Las empresas multinacionales se involucran en crímenes como robos de tierras de pueblos indígenas y campesinos, donde tienen sus hogares y comunidades y se destruyen así sus medios de vida. Así la Argentina rural se ha convertido en un desierto verde de soja que ha enriquecido a unos pocos y acabado con el modo de vida de muchos, que se han tenido que refugiar en las ciudades huyendo de las nubes de agrotóxicos y del modelo económico que los despojó totalmente. Situaciones similares se dan en Brasil, con los monocultivos de caña de azúcar.

Son miles los conflictos violentos por la tierra que se contabilizan en las regiones aptas para el monocultivo. Por si fuera poco, nuestros parientes más cercanos, los orangutanes encuentran en lugares como Indonesia una muerte horrible por el incendio y desaparición definitiva de su hábitat, la selva tropical, lo que también afecta un número incontable de especies en vías de extinción.

Segunda generación de agrocombustibles ¿solución o más problemas?

Los llamados agrocombustibles de segunda generación de biomasa de madera (lignocelulósicos) y de algas genéticamente modificadas, se proponen como alternativa frente a las críticas que han suscitado los agrocombustibles actuales producidos a base de alimentos. Sin embargo, no constituyen una opción real por el estadio aún atrasado en que se encuentra su investigación, sus muy elevados costos y las nulas posibilidades de que estos sean producidos por el momento a gran escala. Y la gran escala implica a su vez nueva expansión de monocultivos, esta vez de árboles. La evidencia de que significará más problemas socioambientales similares queda ya atestiguada con los numerosos conflictos ya existentes con los monocultivos de árboles para celulosa y papel como sucede en Brasil, Uruguay, Indonesia o en España, en Galicia y en Huelva. La biomasa de madera está además experimentando un boom para la producción industrial de energía eléctrica y calor tampoco exento de problemas relacionados con la expansión de los monocultivos de árboles.

Ampliando el cuadro para reflexionar sobre la energía

Más allá de los agrocombustibles la producción globalizada de la energía de petróleo, carbón e incluso de renovables como la hidroeléctrica o hasta la eólica, tiene un elevado costo social y ambiental para muchas comunidades que se ven obligadas -a menudo en contra de su voluntad- a asumir los impactos. Recuérdense catástrofes como los derrames causados por BP en el Golfo de México, la contaminación de Chevron Texaco en la Amazonía Ecuatoriana, la de Shell en Nigeria, o más cerca, la misma catástrofe del carguero Prestige en la costa gallega. O conozca en la actualidad la vulneración de los derechos del pueblo indígena Wayuú por parte del consorcio Cerrejón en Colombia, o los engaños de las eólicas a los pueblos en Oaxaca, México para la instalación de inmensos parques eólicos. O vea lo que implica la construcción de la megarepresa Belo Monte en Brasil, o la de El Quimbo en Colombia, o en menor escala -pero no menos importante- la de Barro Blanco en Panamá. Todos estos casos son el reflejo de la caducidad del sistema energético imperante y de la necesidad de un debate social amplio sobre este tema, que lo encare desde una perspectiva socioambiental, justa y solidaria.

Las luchas y reivindicaciones de los pueblos merecen ser oídas, sus exigencias aceptadas y sus existencias respetadas. Ni las sociedades industrializadas ni las deseosas de serlo pueden basar su consumo energético en la destrucción de la naturaleza y la opresión y criminalización de las personas.

¿Qué puedo hacer yo?

Existen muchas campañas orientadas a denunciar los impactos socio-ambientales de los agrocombustibles y a pedir a la Unión Europea que detenga los agrocombustibles. Aquí encuentras una muy reciente.

También puedes exigir al gobierno español que dadas las consecuencias negativas que implica su producción a gran escala y su importación de países del Sur, no se limite a reducir el objetivo de agrocobmubustibles al 4% por un motivo meramente económico, sino que elimine totalmente los objetivos de agrocombustibles.

En España, como en muchos países de la Unión Europea y del mundo no se ha llevado a cabo un debete público amplio sobre la producción y consumo de energía que considere todos sus aspectos y que sea respetuoso con el hombre y la naturaleza, y especialmente que esté pensado para las personas y no para las multinacionales. No sólo hay que pensar en quién produce la energía, sino cómo la produce y a base de qué, y muy especialmente para qué y para quién se produce la energía. Hablamos no sólo de los agrocombustibles, sino del carbón, del petróleo, la energía eólica, etc. Investiga, infórmate y ¡fomenta el debate!

Por Guadalupe Rodríguez


Salva la Selva 
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