Temas ecologistas ante la pandemia

Deforestación en Papua para establecer una plantación de palma aceitera © Pusaka Incendio en la selva en Jambi, Sumatra en septiembre de 2019 © Feri Irawan Loris en un mercado en Myanmar © Soggydan Benenovitch - CC BY 2.0 Cascada © Konrad Wothe Produciendo los propios alimentos en Virunga © Nadine Rwamakuba Contaminación en Durban © Rettet den Regenwald / Mathias Rittgerott

La destrucción de la naturaleza, muy especialmente de las selvas tropicales, para expandir actividades extractivas reduce el hábitat de las especies aumentando la frecuencia e intensidad del contacto de los seres humanos con virus del mundo animal. La pandemia nos ha movilizado reflexionar sobre su relación con algunos de los grandes temas ecologistas de los que nos ocupamos habitualmente.

Lo que queremos creer una excepción podría ser cada vez más habitual

Un aumento global de las epidemias zoonóticas es motivo de preocupación. La terrible pandemia  actual podría ser algo cada vez más frecuente, si la humanidad continúa el mismo comportamiento destructivo e irrespetuoso con la naturaleza, fomentando el crecimiento económico al mismo ritmo. Este avance favorece el contacto descontrolado del ser humano con animales que portan los patógenos que afectan de manera creciente al ser humano. Ya en 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señaló que el 75% de las nuevas enfermedades infecciosas en humanos son zoonóticas y están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas.

a interconexión de todos los puntos del planeta como uno de los resultados de la globalización ha favorecido en este caso la rápida e incontrolable transmisión del virus a gran cantidad de países causando el caos en el que nos vemos inmersos.

La gran pregunta que se abre es la del futuro de la economía y el de la humanidad. Si el actual sistema económico está demostrando una total incapacidad para responder a una crisis como esta, que es una crisis en primer lugar de la sanidad, pero que arrastra en cadena a todos los sectores: ¿vamos a tomar la crisis como una oportunidad para replantear la organización de nuestras sociedades? ¿estamos aprendiendo, dándonos cuenta de todo lo que estábamos haciendo mal?

En todo caso, la irrupción de la pandemia que está descolocando al mundo constituye una ocasión inmejorable para intensificar y profundizar el debate en general, y desde nuestro punto de vista el debate ecologista y replantearnos nuestra actitud y falta de respeto hacia la naturaleza. Es clave mantener sanos e íntegros los ecosistemas.

Defender las selvas tropicales para que no se destruya ni una hectárea más

Incendio en la selva en Jambi, Sumatra en septiembre de 2019 © Feri Irawan

Es el tema más importante para nuestra organización. Desde muy temprano entendimos la importancia central de la conservación de las selvas tropicales y su relación con muchos otros temas. En este momento, con la pandemia global de COVID-19. Sea por inmensos monocultivos industriales, minería, extracción de madera, de petróleo o por la construcción de caminos y otras infraestructuras al servicio del extractivismo, la destrucción de selvas y bosques tropicales significa al mismo tiempo la reducción del hábitat de las especies. La distancia y el contacto que los animales salvajes mantienen con los seres humanos se reduce cada vez más. El frágil equilibrio en el que se encuentran los ecosistemas ha quedado en mayor evidencia de lo que ya estaba. La extinción de cada vez más especies significa además la desaparición de barreras intermedias de protección y una mayor exposición a las enfermedades.

Cuanto más contacto y más regular, más posibilidad de que un virus de el salto de una especie animal a la especie humana. Cepas de las enfermedades se pueden encontrar entonces con el ser humano en los lugares donde éste ha destruido los ecosistemas y maltratado a la naturaleza. Así ha sido en el caso ahora del Covid19 y anteriormente el SARS, la gripe aviar o el ébola, tres enfermedades que surgen en contextos de expansión de la mega agroindustria y el acaparamiento de tierras para actividades agrícolas y ganaderas.

Por eso, la pandemia viene a reconfirmar la enorme importancia de la conservación de las selvas tropicales y otros ecosistemas, así como los territorios de pueblos indígenas. Salva la Selva tiene un buen número de peticiones y campañas en ese sentido.

Las poblaciones indígenas son doblemente vulnerables a estas enfermedades, especialmente si tenemos en cuenta que viven en lugares donde muy a menudo confrontan grandes presiones sobre sus territorios y modos de vida y reciben pocos o ningún recurso de los estados, teniendo que desplazarse grandes distancias para recibir servicios sanitarios. Acabamos de lanzar una petición en defensa de los pueblos indígenas de Brasil doblemente amenazados por el extractivismo y la actitud inadecuada del gobierno de Bolsonaro frente a la pandemia.

Acabar con el tráfico y el comercio ilegal de animales salvajes

Loris en un mercado en Myanmar © Soggydan Benenovitch - CC BY 2.0

A lo anterior se suma la circulación masiva y global de personas y mercancías que ayuda a expandir las enfermedades a un ritmo y de forma nunca antes vista. La destrucción de la naturaleza facilita además el acceso a la caza y vías de comercio ilegal de especies y constituye un factor que contribuye a aumentar su contacto con los seres humanos. Por si fuera poco, las especies se comercian en mercados de animales salvajes con poca higiene y escasos controles. En muchas ciudades existen este tipo de mercados de animales salvajes y de carne. Pero por supuesto no es “culpa” del murciélago ni de ningún otro animal que haya podido transmitirnos el coronavirus.

Este comercio y consumo, legal o no, tiene un severo impacto en la conservación de las especies y es ampliamente cuestionado. La mera existencia de mercados legales facilita al mismo tiempo el comercio ilegal, pues le sirve a menudo de pantalla. Muchas de las especies de animales silvestres que se trafican -como el pangolín- están en peligro inminente de extinción.

Fue en la ciudad de Wuhan, que precisamente tiene un importante mercado de animales salvajes, donde se desató la pandemia que ahora nos afecta. Allí, la legalidad de los productos a la venta y las medidas higiénicas dejan mucho que desear. Los animales enjaulados y sobreviviendo en condiciones terribles que no favorecen precisamente su salud son un caldo de cultivo ideal para la transmisión de enfermedades.

El gobierno chino ya está tomando medidas con respecto al comercio y el consumo de animales salvajes. Pero en principio, serían tan sólo temporales. Por otra parte, el impacto económico que está dejando la pandemia será demasiado profundo. Si ya se deja ver de este modo en los países más industrializados y favorecidos con sistemas de salud pública supuestamente mejores, aterrorizan las consecuencias que pueda llegar a tener en países más pobres con menos infraestructura de salud pública. La amenaza trasciende la salud y la seguridad de las personas, suponiendo un golpe para las economías del que será muy difícil recuperarse.

Por eso, Salva la Selva está pidiendo el cierre definitivo de los mercados de animales salvajes como el de Wuhan en China. Es un momento propicio para intensificar esta campaña y reconsiderar algunos patrones de alimentación relacionados con la destrucción de la naturaleza.

Cuidar del agua: hay sequía en muchas comunidades

Cascada © Konrad Wothe

El uso indiscriminado y los abusos que se cometen con las fuentes de agua para las actividades extractivas hacen que muchas comunidades alrededor del globo sufran de privación, escasez y cortes de agua continuos.

Durante las epidemias en general y durante la actual pandemia es una de las recomendaciones principales extremar la higiene, muy especialmente en lo que se refiere al lavado continuo de las manos. Hay que tener en cuenta que este gesto, que a muchas personas parece tan sencillo de llevar a cabo, puede constituir un desafío imposible de cumplir en comunidades que sufren la sequía y escasez de agua, así como en espacios de emergencia humanitaria como los campos de personas refugiadas.

Por eso, el cuidado y la defensa del agua es otro de los grandes temas del ecologismo que pensamos que hay que seguir difundiendo, trabajando e intensificando.

Salva la Selva pide actualmente agua para las comunidades de Petorca en Chile en apoyo de la lucha de las comunidades locales, que sufren el robo de agua por parte de la agroindustria del aguacate.

Defender la soberanía alimentaria

Produciendo los propios alimentos en Virunga © Nadine Rwamakuba

En estos días de pandemia, los gobiernos priorizan insistentemente la labor de los “supermercados” para abastecer de alimentos a la población. Al mismo tiempo, la población rural lleva días preguntándose si tiene permitido acceder a sus campos de cultivo para preparar la tierra para la siembra y muchos mercados al aire libre de los pueblos no se han podido llevar a cabo en las últimas semanas.

La economía campesina viene desde hace años siendo desmantelada por la gran falta de apoyos y el fomento de otros modos de producción masiva e industrializada. La autonomía de las familias campesinas rurales para auto abastecerse se ha visto progresivamente dañada hasta llegar a hacer imposible la supervivencia de muchas explotaciones familiares, por medidas de control desproporcionadas que sólo favorecen a las industrias. Esto sucede en muchos países.

Cada vez más, los tratados de libre comercio facilitan el paso de productos en cantidades masivas y a precios bajísimos a través de las fronteras. Productos agrícolas para la alimentación humana como el plátano o el aguacate, productos para la fabricación de piensos como la soja transgénica y para la producción de agrocombustibles como la palma aceitera. Son sólo unos ejemplos y existen muchos más. Pero una cosa tienen en común: su cultivo suele estar asociado a la destrucción de ecosistemas como las selvas tropicales, a la introducción de productos transgénicos, al uso de pesticidas y a la ganadería industrial y así se relaciona con el primer punto tratado en esta nota.

La soberanía alimentaria, que es la capacidad de los pueblos para producir sus propios alimentos es la respuesta a diversos problemas importantes de dimensión global. Los alimentos dejan de recorrer distancias de miles de kilómetros y se pueden consumir más sanos, frescos, de acuerdo a su temporada, sin dañar el ecosistema y sin producir cambio climático, sino todo lo contrario, ayudando a reducirlo. Y proporcionando ingresos y un modo de vida digno a las familias y comunidades productoras de alimentos.

Mejorar la calidad del aire y evitar el cambio climático

Contaminación en Durban © Rettet den Regenwald / Mathias Rittgerott

No cabe duda que el parón de actividades que está experimentando el planeta, industriales, consumo de energía y caídas impensables en el uso de transportes rodado y aéreo ha dejado fotografías satelitales que ya registran cambios sustanciales en cuanto a contaminación. Las emisiones de gases contaminantes han descendido. Lo sorprendente es, como bien señalan los jóvenes activistas de Fridays For Future, que lo que los políticos les decían que era totalmente imposible de llevar a cabo por su futuro, de repente se hace posible en aras del virus. Es un claro caso de “querer es poder”, que muestra que los dirigentes del mundo no querían actuar.

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